jueves, 26 de mayo de 2011

La desconfianza no es un acto machista.

Todo comenzó gracias a esta entrada en “http://samnbk.tumblr.com/post/5887269643”, lo posteó @samnbk a la que sigo en twitter por sus inteligentes comentarios respecto a muchos temas, en especial, la cuestión de género y diversidad sexual.


Sin embargo, la entrada de @sambk la interpreté como un reproche al varón por no “confiar” o “creer” en la mujer, o lo que es lo mismo por despreciar la declaración de la mujer que se dice fue violada, además como un reproche (este sí totalmente justificado) contra los varones que estúpidamente tratan de “suavizar” lo sucedido, minimizando el hecho de la violación a una especie de acto “sub-con-sien-te-men-te consentido por la mujer”.


Al respecto se me ocurrió comentarle lo siguiente:


@samnbk interesante punto de vista, pero que pasa con aquellos que son acusados falsamente de violación? infortunadamente existen casos así”


A lo que ella contestó “@Coolplur ¿eso qué? hay personas falsamente acusadas de homicidio, de robo, de fraude y no te veo cuestionando eso.


Y eso derivó en un debate un tanto raro (aún no me acostumbro al twitter para un debate en que cada punto tengo que resumirlo con toda la precisión del mundo en 140 carácteres).


Sin embargo, considero adecuado el precisar el porqué de mi comentario inicial que desató el ríspido debate en el que hubo en momento en el que me perdí.

Así las cosas, mi comentario surgió como crítica a la entrada del tumblr, puesto que no considero que el hecho de que se dude o cuestione el testimonio de la mujer en caso de violación, sea una cuestión meramente machista o misógina, que ha prevalecido en la sociedad, manteniendo en la sumisión a la mujer violentada sexualmente, con el único afán de mantener un status quo patriarcal y de superioridad masculina.


Mi punto, por así decirlo, es simple y sencillamente, que cuestionar el testimonio de la mujer respecto de la violencia sexual obedece a cuestiones mucho más objetivas y trascendentales que la superioridad de un sexo sobre el otro.


Los motivos por los que la sociedad a lo largo de la historia ha cuestionado la declaración de la mujer violada, es porqué existe la posibilidad real de que no haya sido violada, sino que, por diversos motivos, la declaración puede ser falsa.


En ese orden de ideas, la sociedad (sin ponerle etiquetas) ha cuestionado la simple declaración de la mujer porqué existe una probabilidad de que la mujer mienta respecto al hecho que se le imputa al probable violador.


En mi opinión, en los tiempos recientes, en los que la mujer ha logrado acceder a diversos ámbitos que tradicionalmente se le habían negado, se ha visto no solo el aparejamiento de las condiciones existentes en las relaciones sociales entre los varones y las mujeres, sino un empoderamiento tal que en muchos sentidos deja al varón en un especie de estado de indefensión frente a las mujeres.


Otro síntoma de estas condiciones, es que todo discurso que pretenda decirles “NO” a las pretensiones femeninas, se toma como un discurso machista, retrógrada y misógino, cuando no necesariamente es así.


Las “feministas”, desafortunadamente, utilizan un discurso políticamente correcto, pero que sin embargo, también en muchas ocasiones resulta revanchista y desigual, generalizando y considerando que la violencia, solo ocurre hacia ellas, olvidando el hecho de que también las mujeres ejercen violencia y con gran capacidad, en contra de los varones y, en ocasiones, en contra de ellas mismas.


Pero, retomando, mi crítica fue lo ya señalado, es decir, si se le ha restado valor probatorio a la declaración de la mujer que dice haber sido violada, es porqué se trata de una acusación de consecuencias gravísimas para el inculpado, por lo que no se debe atribuír a la declaración un valor probatorio “casi pleno”, la duda es natural frente a la acusación, y si bien, cada caso es único y como tal debe revisarse individualmente y con todas las reservas, ni el legislador, ni los juristas, ni la sociedad puede obviar el hecho de que la gente miente y esto no es un argumento “a posteriori”, sino que es un axioma de la naturaleza humana, todos mentimos, por motivos diferentes, pero al final de cuentas todos llegamos a mentir y la mujer, por muy buena que sea, no está exenta de hacerlo, incluso si su acusación puede representar el riesgo de veinte años de prisión para el inculpado.


La creatividad originada por la inteligencia humana, es una espada de dos filos, y conociendo el axioma que siempre nos recuerda el filósofo contemporaneo House, resulta mejor evitar, en la medida de lo posible, creer a ciegas en la imagen de la mujer indefensa y siempre buena.


Pese a que nos cueste aceptarlo, nuestros ancestros no siempre fueron tan estúpidos, creer en la declaración de cualquiera (para no ponerle etiquetas), es un acto de fe y jurídicamente la única fe que existe, al menos en nuestro sistema legal, es la fe pública y aún así, esta está sujeta a prueba.


Así las cosas, el testimonio de una supuesta víctima de cualquier clase de delito, no solo de la violación, debe ser subestimado, pero respetado, escuchado y evidentemente investigado, así que no encuentro el argumento lógico para considerar que cuestionar la declaración de una mujer que dice haber sido violada, se considere como una respuesta machista en contra del dicho de la mujer, sino solo como una forma de asegurar, en la medida de lo humanamente posible, el conocimiento de la verdad.


Y así, lo expuesto en esta entrada resulta el fundamento de mi crítica al post de @samnbk ojalá lo lea y no me considere un retrógrada machista y misógino por el simple hecho de que dudo de la palabra de las mujeres, al igual que dudo de la palabra de los hombres.

lunes, 9 de mayo de 2011

El reproche injusto.

Comienzo esta reflexión citando a Cicerón:

“...Y el colmo de la indignidad es que no se valen contra nosotros de sus bandidos, de los criminales y perversos que les siguen, sino de vosotros, procurando que los mejores ciudadanos sean quienes hagan peligrar a los más virtuosos; y lo que no pudieron destruir con las piedras y las espadas, las teas y la violencia de las turbas armadas, piensan destruirlos con vuestra autoridad, vuestra justicia y vuestras sentencias...”

Lo anterior, es un fragmento del discurso “En defensa de Sextio”, en un escenario totalmente distinto llegan a mi estas palabras como adecuadas para definir una situación que me preocupa y de la que versará el presente ensayo.

En las líneas del discurso citado, encontramos un reproche y una advertencia, que en mi opinión deben ser trasladadas a la situación del México del Siglo XXI, al México del 2011, en el que el fenómeno del narcotráfico a alcanzado dimensiones “para-estatales”.

En fechas recientes hemos visto diversas y multitudinarias manifestaciones exigiendo del Ejecutivo Federal un cambio en la estrategia en contra de la delincuencia organizada y, resumen sus exigencias en frases poderosas, justas y con una autoridad moral innegable “No más sangre”, “Ni un muerto más”, etc.

El pueblo exige, con la autoridad que tiene como titular originario de la soberanía, cambios en una diversidad de materias, hoy día, la más inmediata, es la exigencia de seguridad, sin duda, el pueblo debe exigir eso del gobierno que se ha dado, pues esa es su función principal, preservar la seguridad para garantizar la Libertad que sólo las leyes pueden darnos.

El mismo orador romano citado, exclamó que “para ser libres hay que ser esclavos de la ley” y Jacobo Rosseau, escribió que el contrato social, y por ende el Estado, tiene como propósito:

“Encontrar una forma de asociación que defienda y proteja con toda la fuerza común la persona y los bienes de cada asociado y mediante la cual, cada uno, uniéndose a todos, no obedezca, sin embargo, mas que a sí mismo y permanezca tan libre como anteriormente...”

Sin embargo, Rousseau, también expuso:

“...Se trata, por lo tanto, de distinguir claramente los derechos respectivos de los ciudadanos y del soberano, así como los deberes que han de cumplir los primeros en su calidad de súbditos, del derecho natural de que deben disfrutar en su calidad de hombres...”

Y si bien, la soberanía reside en el pueblo en su conjunto, como elemento humano de la formación del Estado y es única, indivisible, imprescriptible e inalienable, está no podría ser ejercida permanentemente por la totalidad de los individuos que habitan un Estado, por lo que la soberanía únicamente reside originariamente en el pueblo y es trasmitida al poder de mando originario, denominado gobierno, el cual es único y se divide solo para su ejercicio en tres poderes, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, quiénes por efecto de la delegación, detentan la soberanía que originariamente pertenece al pueblo.

Empero, hay que recordar que el fin de la creación de un Estado, con los elementos que lo componen, es decir Población, Territorio y Poder de Mando, es crear una forma de asociación que dentro de un marco de orden, que solo las leyes pueden dar, se generé las condiciones necesarias para la generación de progreso.

Es así, que si bien el pueblo, tiene el Derecho de exigir a sus gobernantes, también tiene el deber de respetar su condición de súbditos a las leyes que el mismo pueblo, en un acto constitutivo se ha dado, con el fin, parafraseando a Rosseau, de permanecer tan libre como sea posible.

El Derecho a la Revolución, que todo pueblo tiene, es válido sólo en contra de aquellos gobiernos que han desvirtuado de manera radical las leyes, convirtiéndose en gobiernos despóticos, totalitarios y/o absolutistas, que atenten contra la libertad de los individuos.

La Revolución, solo es justificable históricamente, contra los gobiernos tiránicos, contra aquellos gobiernos que sistemática, deliberada y constantemente atentan contra los derechos fundamentales de los individuos o bien de los grupos sociales que conforman un Estado, de otra manera, la Revolución, es un retroceso en la vida de un Estado.

Así, que al no encontramos en una situación que amerite una Revolución, el papel del pueblo, es el trabajo, la unidad, el proyecto y desde luego, la vigilancia de que la soberanía delegada sea efectivamente ejercida conforme a las reglas dadas, y si no es así, mediante los cauces legales existentes (elecciones), modifiquen el esquema seguido.

Lo expuesto en párrafos precedentes, lo he considerado oportuno, puesto que a últimas fechas, parece ser que el pueblo, confunde lo que es la soberanía originaria y la soberanía efectivamente ejercida, también parece olvidar cual es el papel del Gobierno y lo hace expresando un reproche, que aunque comprensible, me parece injusto.

El artículo 89 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, establece en su fracción “VI”, como facultad del representante del Poder Ejecutivo, lo siguiente:

“...Preservar la seguridad nacional, en los términos de la ley respectiva, y disponer de la totalidad de la Fuerza Armada permanente o sea del Ejército, de la Armada y de la Fuerza Aérea para la seguridad interior y defensa exterior de la Federación...”

Es una facultad y un mandato constitucional dirigido al Presidente de la República y que es de vital importancia por la función primordial del Gobierno, como garante de la seguridad del Estado en su conjunto.

Así las cosas, en fechas recientes, hemos visto el espectáculo del reproche nacional en contra del Presidente Calderón, exigiéndole un cambio de estrategia en la denominada “guerra contra la Delincuencia Organizada”.

Desde mi óptica, me parece que las manifestaciones en contra de la política del presidente, son victorias para los delincuentes, por qué son ellos los que han provocado esta situación y no el gobierno, son ellos los que siguen comprando armas, son ellos los que insisten en violentar las leyes que los ciudadanos de bien, nos hemos dado, son ellos los que matan, secuestran, extorsionan y contra ellos el juicio de amparo no es procedente, es por ello que estas manifestaciones, estos reclamos y reproches, venidos desde la tristeza de un padre que perdió a su hijo, o de una madre que perdió a la mitad de su familia, son victorias para los que violentan el orden público en pos de un negocio que, al día de hoy, es ilegal, son victorias para ellos, porque la población, haciendo uso de su legítimo derecho de protesta, de inconformidad, de vigilancia e incluso de soberanía, exigen del gobierno federal un cese al fuego que los ataca, con poca o mucha efectividad.

No olvido la importancia de otras políticas públicas que dirigidas correctamente ayudarían a palear el problema de la delincuencia organizada, la educación, pregonan unos, la oportunidad, pregonan otros, la generación de condiciones necesarias para el desarrollo personal de los más pobres, es la bandera de otros.

¿Pero acaso eso, todo eso, no debe existir pese a la delincuencia, acaso eso no existe en la medida de lo que el Plan Nacional de Desarrollo, las Leyes, Reglamentos y Programas existentes dictan y, más importante aún, en lo que el presupuesto permite?

Podemos cuestionar la efectividad de esas Leyes, Reglamentos, Programas, etc., podemos aportar ideas para hacerlas más eficientes, pero eso es un ámbito muy distinto al del combate, persecución, prosecución y sanción del delincuente, lo demás, son acciones preventivas, dirigidas a un futuro, el combate, es la reacción contra el que ofende al Estado de Derecho, a la Ley, a la dignidad del ser humano que vive dentro de cierto grado de legalidad.

Aquí el problema es que la opinión pública, los periodistas tendenciosos, los fútiles pseudopensadores de izquierda, de derecha, de centro, etc., han dividido el problema en tres bandos, 1) los delincuentes; 2) el gobierno y; 3) La población civil. Así entonces, cuando muere un civil alcanzado por una bala en un combate entre narcotraficantes o entre narcotraficantes y soldados, la baja no es del gobierno, sino del tercer bando, es decir, es una baja a la población civil inocente.

Perdón, pero esa óptica es errónea, puesto que en un Estado, el pueblo o población civil, es decir, aquella que se encuentra cumpliendo el pacto social, o al menos no agrediéndolo, debe estar identificado con el Gobierno, así las cosas, hay en realidad dos bandos 1) Los agresores al contrato social y; 2) El Estado. Así que si un civil, muere como resultado de estos combates, no es una baja para un tercer bando, sino que es una baja para el Estado, lamentable como todas, pero en cierta medida inevitable en un combate.

La delincuencia organizada, se ha aprovechado del discurso políticamente correcto, a abusado de la población, orillándola a pedir en nombre de su inmediata tranquilidad, una tregua en favor del violento.

Rosseau y Hobbes estaban equivocados, ni todo hombre es el lobo del hombre, ni todo hombre es un buen salvaje en su estado de naturaleza, pero al que es lobo, hay que domesticarlo y en su caso, habrá que sacrificarlo, en beneficio de los demás y todo Estado, debe estar dispuesto a cortar la mala hierba, en pos de alcanzar su propia estabilidad y paz, y esta acción no debe apreciarse como un sacrificio, sino como una facultad.

Al criticado e incomprendido Maquiavelo, la guerra se le impuso con tal contundencia que tuvo que reflexionar sobre ella y la pensó como un acontecimiento ineliminable de la vida social, lo cual es mucho decir pues, a sus ojos, la vida de los seres humanos sólo transcurre en sociedad. Su fuente de información fue la historia de los acontecimientos pasados tal y como fueron narrados por los clásicos y la experiencia de los tiempos presentes. Ahora bien, que la guerra sea connatural a los seres humanos en sociedad no le llevó a la resignación ante ello, sino al intento de racionalizarla para acotarla.

En este contexto, la guerra aparece como un recurso legítimo de los Estados firmemente asentados siempre y cuando se emplee para no perder estabilidad y seguridad. Así, la guerra aparece como el uso de la fuerza militar por parte del poder político con el fin de proporcionar estabilidad y cohesión interna al Estado, recurso que debe aplicarse a la situación actual en el país, pese a su carácter sui-generis, por ser una especie de guerra interna.

Yo clamo por que el pueblo de México, reaccione con madurez, con valentía y coraje, para que el Estado que hemos logrado construir, sea cada vez más sólido y esto solo se logrará con el respeto al Derecho.